martes, 30 de octubre de 2012

Reunión de oblatos del 28 de septiembre, después del retiro de julio...

¡Pax! Mis Carissimi Hermanos en Cristo...

Como bien sabéis, el pasado domingo día 28, celebramos una reunión de oblatos, aspirantes, simpatizantes y demás "antes" y "entes" en la Abadía de la Santa Cruz, bajo la dirección de Fr. José Ignacio, delegado del P. Abad para los oblatos.

A Daniel, in memoriam

Como recordaréis, la última reunión de estas características, sin contar el Retiro Espiritual de Julio en Valdejimena, fue la celebrada el pasado 24 de mayo, última vez que pudimos contar con la presencia y particpación de nuestro querido hermano Daniel, que ya disfruta del Consuelo Divino. Aunque sintamos algo de tristeza al recordarle (es parte de nuestra humanidad) debemos vencerla sitiendo una gran alegría de saber que contamos con un alma más cerca de Dios para presentarle a Él nuestras necesidades.

Perdonadme, pero no puedo decir más de Daniel sin que me embargue una inmensa emoción... Y todos sabéis que va en contra de mi carácter... Mi homenaje aquí se va a resumir en esta imagen de aquella reunión...

Volvamos, pues, a la reunión del pasado domingo. En ella estuvimos algunos hermanos de Madrid y de Salamanca, pero no nos olvidamos en ningún momento de los hermanos ausentes de Málaga, Toledo, Segovia...

Mientras esperábamos a los que faltaban...

Un poco antes de las diez de la mañana, empezó la reunión con una corta charla introductoria, dedicada a los "nuevos" hermanos que querían saber "qué es esto de ser oblatos benedictinos". La palabra "Oblato" significa, etimológicamente, "ofrecido". San Benito habla en la Regla de los Oblatos, pero éstos no son en el sentido actual de la palabra.

Se puede decir que un oblato benedictino seglar es un cristiano que, movido por el Espíritu Santo, desea vivir radicalmente el ideal del Evangelio en el mundo para lo cual, dentro de su propio estado, se une a una familia monástica determinada, mediante un lazo espiritual y personal. Así, el oblato forma parte realmente de la comunidad monástica aunque de un modo diferente a los monjes profesos en el monasterio.

Esta vida del ideal del Evangelio se traduce, en el conocimiento y práctica del espíritu benedictino a través de la Regla procurando la conversión de costumbres, para la cual debemos buscar a Dios cada día y en cada momento. No debemos olvidar una de las principales características de la vida benedictina: la Obediencia, donde podemos desarrollar un extenso camino de ascesis espiritual.

Otro elemento característico de la espiritualidad benedictina es la Oración Litúrgica manifestada especialmente en el Sacrificio de la Eucaristía y el rezo de la Liturgia de las Horas, según las obligaciones de cada oblato. No debemos olvidar la oración personal, lugar del encuentro íntimo con Dios, ni la Lectio Divina, esa lectura atenta y meditada que hace brotar la oración, conduce a la contemplación y compromete a vivir más intensamente la vida evangélica...

La Conversión en el Evangelio y en la Regla de san Benito

Cuando ya estábamos los asistentes previstos, comenzó el tema del encuentro. Tenemos que volver nuestra mirada y nuestra vida hacia Dios. Convertíos porque está cerca el Reino de los Cielos nos dice el Evangelio, pero ahora que está cerca la Segunda Venida de Cristo nos ha de mover a la conversión y nos ha de encontrar llenos de sincero deseo de su venida.

La irrupción del Reino de Dios no llega hasta que se cumple la Redención mediante la Muerte y la Resurrección de Jesús, por eso los santos del Antiguo Testamento estaban esperando en el seno de Abrahán que se abrieran las puertas del Cielo.

La penitencia es el Dolor por haber pecado, decía el P. José Ignacio, y habernos alejado de Dios. La purificación nos ayuda a quitar en nosotros las actitudes vanas y vacías. La conversión empieza, como dice San Pedro en su segunda epístola, por el conocimiento de Jesús y de sus enseñanzas.

En la Regla, San Benito da una especial importancia a la Obediencia, como expresión de la constante vista en Dios que ha de tener el monje y el abandono a la Voluntad Divina que ha de conseguir. Sin embargo, no debemos olvidar que el monje también ha de conservar ese espíritu cuaresmal de continua conversión de vida.

Porta Fidei: un instrumento brindado por el Santo Padre para profundizar en este Año de la Fe

Cuando regresamos de la Santa Misa, nuestros hermanos Isabel y Joaquín nos expusieron el contenido de esta Carta Apostólica que ya habíamos recibido por correo electrónico la mayoría de los presentes...

No es el caso de ponernos a resumir, un simple Amanuense no puede, el contenido de la Carta, pues debe ser obra de cada uno su lectura atenta, pausada, meditada... con la que poder vivir este Año de la Fe con más profundidad y unidos al Vicario de Cristo.

Un momento para compartir...

Después del rezo de Sexta, y como es ya una costumbre en estos encuentros, los hermanos presentes tuvimos un pequeño rato para compartir y convivir entre nosotros compartiendo los alimentos que habíamos llevado para comer... Hasta tuvimos tiempo de hacernos una foto de grupo, para plasmar el momento...

Como veis, tuvimos un día estupendo... Solo nos faltaban todos aquellos que no pudisteis venir, aunque ganas no os faltaban. Para el próximo evento, esperemos que una servidora ya sepa utilizar mejor el disparador automático y no ponga el riesgo el corazón de todos los demás esperando la caída... Por cierto, recuperada en unas semanas... Gracias a todos por vuestro interés y perdonad el susto que os di.

El final del encuentro...

Recibimos la visita del P. Abad, que nos llenó de alegría al contarnos las noticias que traía de su estancia en Roma durante la reunión anual de los Abades de la Orden Benedictina... Recemos todos por las intenciones y conclusiones de dicha reunión y por los Monasterios, Abadías y Prioratos que la Orden tiene repartidos por el mundo, especialmente por los que sufren las mayores dificultades, no solo económicas, si no también políticas, sociales, etc.

Y, como no podía ser de otro modo, a punto de concluir el Encuentro la meditación del salmo 109, desde su interpretación del pueblo judío, sin olvidar su proyección escatológica ligada al misterio de Cristo y su misión mesiánica.

Esta vez, no nos unimos a la Comunidad de monjes para el rezo de Vísperas, pues nos adelantamos un poco al horario monástico para permitir que los hermanos de fuera de Madrid pudieran regresar a sus hogares con algo de luz diurna...

Os esperamos ver en el próximo encuentro, del que aún no conocemos la fecha aunque será después de terminar el tiempo de Navidad.

Con todo el cariño...

Amanuense.