lunes, 24 de marzo de 2014

21 de marzo SAN BENITO ABAD Y PATRIARCA DE LAS RELIGIONES MONACALES DE OCCIDENTE

MARZO 25, 2014
Si quieres estar más desprendido de la Tierra, piensa frecuentemente en el Cielo.
Si quieres estar más desprendido de la Tierra, piensa frecuentemente en el Cielo.

Por el P. Juan Croisset, S.J.

San Benito, tan célebre en todo el orbe cristiano, luz del desierto, apóstol del monte Casino, restaurador de la vida monástica en el Occidente, uno de los más ilustres y de los mayores santos de la Igesia, nació por los años de 480 en las cercanías de Nursia, del ducado de Espoleto. Su nobilísima casa, una de las más distinguidas de Italia, se hacía respetar en toda ella, así por sus enlaces como por su grande riqueza. El padre, que se llamaba Eupropio, se cree que fue de la casa de los Anicios, y su madre, llamada Abundancia, era condesa de Nursia. San Gregorio, que escribió la vida de nuestro Santo, dice que no sin misterio le llamaron Benito, por las grandes bendiciones con que le previno el Señor desde su nacimiento.
Nada hubo que hacer en inclinarle á la piedad, porque las primeras lecciones que se le dieron hallaron ya un corazón formado para la virtud. Desde luego se descubrió en él un buen ingenio, nobles inclinaciones, un natural tan dócil y tales señales de devoción, que á los siete años de su edad le enviaron sus padres á Roma para que se criase en aquella corte á vista del Papa Félix II, que también se cree haber sido de la misma familia.
Hizo asombrosos progresos en las ciencias humanas por espacio de siete años que se dedicó á ellas; pero fueron mucho más asombrosos los que hizo en la ciencia de la salvación. Ya desde entonces se miraba como especie de prodigio su frecuente oración, su inclinación al retiro, su circunspección y las penitencias que hacía en una edad que sólo toma gusto á las diversiones y á los entretenimientos.
Pero sobre todo sobresalía en Benito la tierna devoción que profesaba á la Madre de Dios. Venérase todavía en el oratorio de San Benito de Roma la imagen de la Santísima Virgen, en cuya presencia pasaba muchas horas en oración todos los días; y asegura el beato Alano que delante de ella recibió del Cielo extraordinarios favores.
Habiendo observado las licenciosas costumbres de los jóvenes de su edad y de su esfera, y conociendo los grandes peligros á que estaba expuesta su salvación quedándose en el mundo, resolvió buscar seguro asilo á su inocencia en el retiro del desierto, y, lleno del espíritu de Dios que le guiaba, salió de Roma, siendo de solo quince años; llegó cerca de una aldea llamada Afilo, donde, habiendo hecho un milagro con el ama que le había criado y no había querido apartarse de él, halló medio para escaparse secretamente de ella, y por sendas descaminadas se fue á esconder en el desierto de Sublago, á quince leguas de Roma.
Todo conspira á inspirar horror en aquella soledad: los peñascos escarpados, cuyas puntas se escondían á la vista; los precipicios espantosos, y un terreno seco, estéril é infecundo; pero el animoso Benito halló en ella dulces atractivos. Habiéndole encontrado cierto monje llamado Romano, le preguntó qué buscaba por aquellos desiertos, y respondióle Benito que un sitio donde sepultarse en vida para no pensar más que en Dios; admirado Romano, le enseñó cierta gruta abierta en una roca, parecida á una sepultura. En ella se enterró Benito, y Romano le trajo de su monasterio un hábito de monje, cuidando también de traerle algunos mendrugos de pan una vez á la semana.
No se pueden comprender las excesivas penitencias que hizo aquel esforzado joven, héroe de la religión cristiana, desde los primeros pasos de su penosa carrera. Su ayuno era continuo, su oración casi perpetua, y como si no bastase para mortificación de aquel cuerpecito tierno y delicado no tener más cama que la dura peña, ni apenas otro alimento que insípidas y agrestes raíces, se echó á cuestas un áspero cilicio, de que no se desnudó en toda la vida.
Estremecióse el Infierno al ver tantas virtudes en el joven solitario, y desde luego comenzó el enemigo común á valerse de todo género de artificios para desalentarle. Dio principio á la batalla haciendo pedazos una campanilla pendiente de una cuerda larga, con que Romano prevenía á Benito para que acudiese á recoger los mendrugos de pan que le descolgaba; pero la caridad, que es ingeniosa, halló arbitrio para continuar en su ejercicio. A esto se siguieron ruidos, fantasmas y otras cien estratagemas, que, habiéndolos experimentado igualmente inútiles, acudió por último recurso á la tentación más vehemente, y también más peligrosa.
Burlábase Benito, lleno de confianza en Jesucristo, de todos los vanos esfuerzos del demonio, cuando la memoria ó la imagen de una doncella que había visto en Roma se le imprimió tan vivamente en la imaginación, le inquietó tanto y le apuró con tal vehemencia, que para librarse de ella se desnudó el santo joven con animoso denuedo, y, corriendo á arrojarse entre una espinosa zarza, en ella se revolcó hasta que el extremo dolor que sentía mitigó del todo los ímpetus del deleite con que el tentador había querido derribarle. Quedó para siempre vencido y avergonzado el espíritu impuro, y premió el Cielo la generosa fidelidad de su siervo concediéndole el singular privilegio de que no volviese á experimentar en adelante semejantes tentaciones.
Hacía tres años que Benito vivía en el desierto, más como ángel que como hombre, cuando quiso el Señor darle á conocer al mundo. A legua y media de su gruta ó de su cisterna habitaba un santo clérigo que en la víspera de Pascua había hecho disponer comida algo más abundante para el día siguiente, en honor de tanta festividad. Aquella noche se le apareció el Señor en sueños, y le dijo que al otro día buscase á su siervo en el desierto y le llevase de comer; hízolo así el buen sacerdote, y quedó atónito cuando se halló con un mancebo tan delicado y vio la espantosa penitencia que hacía; y sin poderse contener, publicó lo que había visto; siendo ésta la ocasión de que comenzase la fama de Benito á divulgarse y hacer ruido en el mundo.
Murió por este tiempo el abad del monasterio de Vicovarre, entre Sublago y Tívoli; y habiendo nombrado los monjes á Benito por superior suyo, aunque se resistió cuanto pudo, alegando muchas razones, no fue oído y le obligaron á encargarse del gobierno del monasterio. Pero apenas comenzó el santo abad á querer enderezarlos por el camino estrecho de su profesión, cuando se arrepintieron de la elección que habían hecho, negáronle la obediencia y aun intentaron quitarle la vida con veneno que le echaron en la bebida; mas, al tiempo de sentarse el Santo á la mesa, echó la bendición como acostumbraba, y al punto se hizo pedazos el vaso que contenía el veneno.
Conociendo Benito la perversa intención de aquellos monjes, y pidiendo á Dios los perdonase, renunció la abadía y se volvió á retirar á su amada soledad, aunque no estuvo solo mucho tiempo; porque á la fama de su rara santidad, concurrió de todas partes tan prodigioso número de gente con deseo de entregarse á su dirección y gobierno, que sólo en el desierto de Sublago fundó doce monasterios, dándoles la regla que acababa de componer, dictada, digámoslo así, por el Espíritu Santo.
Creciendo cada día la reputación de su virtud, venían á verle y á consultarle los más autorizados senadores de Roma, entre los cuales Tertulo trajo consigo á su hijo primogénito Plácido, de edad de siete años, y Equicio á Mauro, que tenía doce, rogando á Benito que se encargase de educarlos. Aplicóse á ello con tanto cuidado, que en poco tiempo, de aquellos dos queridos discípulos suyos, hizo dos grandes santos, habiendo Plácido derramado su sangre por Jesucristo, y siendo Mauro como el segundo fundador de la religión benedictina en el reino de Francia.
No hay virtud sin persecución. Gobernaba la parroquia inmediata al desierto de Sublago un mal sacerdote llamado Florencio, que, no pudiendo sufrir tan heroicos ejemplos de virtud, como muda reprensión de los desórdenes secretos de su estragada vida, no contento con desacreditar cuanto podía el nuevo instituto, ni con perseguir al padre y á los hijos, intentó con diabólicos artificios armar infames lazos á la pureza de los monjes. Juzgó el Santo que dictaba la prudencia ceder á la tempestad; y desamparando el desierto de Sublago se fue al monte Casino, donde el Cielo le tenía prevenida una mies más abundante y donde, á título de fundador de una orden religiosa tan célebre entre todas las que ilustran á la Iglesia del Señor, había de añadir el de apóstol.
Habíanse como atrincherado entre las inaccesibles montañas del Casino algunas miserables reliquias de paganismo, adorando impune y públicamente al dios Apolo, en cuyo honor se conservaba un templo y algunos bosques sagrados á vista de la misma Roma cristiana. Encendido Benito de aquel espíritu que anima y forma los héroes del Evangelio, ataca á la idolatría en sus mismas trincheras, derriba el templo, hace pedazos el ídolo, abrasa los bosques consagrados á las mentidas deidades, levanta sobre las mismas ruinas del templo y del altar dos capillas, una en honra de San Juan Bautista y otra en la de San Martín, y en pocos días convierte á la fe á todos aquellos pueblos.
Armóse, dice San Gregorio, todo el Infierno junto para detener las rápidas conquistas de nuestro Santo. Espectros horribles, aullidos espantosos, terremotos, amenazas, incendio, granizo, piedra, de todo se valió el enemigo de la salvación; pero de todo inútilmente. Sobre la eminencia de aquella montaña fundó Benito el famoso mo­nasterio de Monte Casino, venerado siempre como solar y centro de aquella célebre religión que brilla tanto en la Iglesia de Dios más ha de mil doscientos años, habiendo dado á los altares más de tres mil santos, á las diócesis un número casi infinito de insignes prelados, al Sacro Colegio más de doscientos cardenales, á la Silla Apostólica cuarenta sumos pontífices, donde hasta el día de hoy se admiran y se veneran en las célebres congregaciones de Cluni, de Monte Casino, de San Mauro, de San Vanes, de San Columbano (sin que á ninguno ceda la de España é Inglaterra), tan grandes ejemplos de virtud y escritores tan hábiles y tan sobresalientes en todo género de letras.
Aun no se había acabado el nuevo monasterio, cuando fue menester levantar otros muchos, siendo éste el tiempo en que San Benito, compuso, ó á lo menos perfeccionó aquella santa regla, cuya prudencia, sabiduría y perfección alaba tanto San Gregorio, habiendo merecido no sólo la aprobación, sino el respeto de toda la Iglesia.
Movida Santa Escolástica, hermana de San Benito, así de los grandes ejemplos de virtud como de las maravillas que obraba el Señor por medio de su santo hermano, determinó dejar el mundo; y encerrándose con otras doncellas en un monasterio distante algunas leguas de Monte Casino, fue también, con la dirección de nuestro Santo, fundadora de la vida monacal en el Occidente, respecto de las mujeres.
No es fácil referir todo lo que hizo Benito los trece ó catorce años que vivió en Monte Casino, ni todos los prodigios que se dignó Dios obrar por su ministerio. No sólo poseía el don de milagros, sino que lo comunicaba á sus monjes, como lo experimentó Mauro, que se metió por una laguna, sin hundirse en ella, á sacar á San Plácido por orden de su maestro.
De todas partes concurrían tropas de gente á venerarle. Y deseando Totila, rey de los godos en Italia, conocer á un hombre de quien publicaba la fama tantas maravillas, vino á verle; pero al mismo tiempo, para probar si estaba dotado del don de profecía que tanto se celebraba, mandó á un caballerizo suyo que se vistiese de los adornos reales y de todas las insignias de la majestad; mas luego que Benito le vio con aquel equipaje, le dijo con dulzura: Deja, hijo mío, esas insignias que no te convienen, y no te finjas el que no eres. Asombrado Totila de la maravilla, corrió á arrojarse á los pies del Santo, á los que estuvo postrado hasta que Benito le levantó; y habiéndole reprendido respetuosamente los horribles estragos que había hecho en Italia, le pronosticó cuanto le había de suceder por espacio de nueve años, exhortándole á convertirse, y diciéndole que al décimo iría á dar cuenta á Dios de toda su vida. Verificó el suceso toda la profecía del Santo, y, procediendo Totila en adelante con mayor moderación y humanidad, no cesaba de publicar la virtud del siervo de Dios.
Siendo San Benito la admiración de todo el mundo, y respetándole los sumos pontífices, los emperadores y los reyes como el asombro de su siglo, vivía en el monasterio como si fuera el último de los monjes. Sólo se valía de su autoridad para ejercitarse en los oficios más humildes, y para exceder en mucho la austeridad de la regla. No obstante que el Señor parece había puesto debajo de su dominio á todo el Infierno, y que la misma muerte le obedecía, era, con todo eso, humildísimo, teniéndose por el más mínimo de todos los monjes, y acreditando con su proceder que así lo creía. Pronosticó el día de su muerte, y se dispuso para ella con nuevo fervor y ejercicios de penitencia. Seis días antes mandó abrir la sepultura; y, en fin, el sábado antes de la Dominica de Pasión, á los 21 de Marzo del año 543, siendo de solos sesenta y tres años no cumplidos, pero consumido de los trabajos y mortificaciones; lleno de méritos, y logrando el consuelo de ver extendida su orden religiosa en Sicilia por San Plácido, en Francia por San Mauro, y en España, Portugal, Alemania y hasta en el mismo Oriente por otros discípulos suyos, rindió tranquilamente el espíritu en manos de su Criador, en la misma iglesia de Monte Casino, donde se había hecho conducir para recibir el Santo Viático.
En el mismo punto que expiró, dos monjes que vivían en dos monasterios muy distantes vieron un camino muy resplandeciente que daba principio en Monte Casino y terminaba en el Cielo, y al mismo tiempo oyeron una voz que decía: Este es el camino por donde Benito, siervo amado de Dios, subió á la Gloria. El cuerpo del Santo estuvo por algunos días expuesto á la veneración de sus hijos y de todo el pueblo, y después fue enterrado en la sepultura que él mismo había mandado abrir, donde se conservó hasta el año 580, en que fue destruido el monasterio de Monte Casino por los lombardos, como lo había profetizado el mismo Santo, quedando sepultadas entre sus ruinas aquellas preciosas reliquias. Dícese que el año 660, habiendo pasado á visitar el Monte Casino San Algulfo por orden de San Momol, segundo abad del monasterio de Fleuri, llamado hoy San Benito sobre el Loyva, tuvo la dicha de desenterrar aquel tesoro, y, trayéndole á Francia, le colocó en su monasterio, donde se tiene con singular veneración, honrando el Señor las sagradas reliquias con los innumerables milagros que hace cada día.
La Misa es en honra de San Benito, y la oración es la que sigue:
Suplicámoste, Señor, que la intercesión de San Benito, abad, nos haga gratos á Vuestra Majestad, para conseguir por su patrocinio lo que no podemos por nuestros merecimientos. Por Nuestro Señor…
La Epístola es del cap, 45 del libro de la Sabiduría, y la misma que el día 19.

REFLEXIONES
Al que cree, dice el Salvador (Marc. 5), todas las cosas son po­sibles; y se pudiera añadir, que también fáciles. Mas que el amor propio se estremezca, mas que la razón se violente, mas que se asusten los sentidos, no temas, cree, y será tuya la victoria. Cier­tamente, cuando la fe nos representa con viveza aquellas verdades eternas; cuando nos desenvuelve aquellos misterios sobrenaturales; cuando nos pone á la vista con la mayor claridad aquellos objetos superiores á las limitadas luces de todo entendimiento criado, las nieblas del espíritu humano se disipan, las ilusiones caen y se des­vanecen. Entonces se conoce que las brillanteces del mundo son falsas, que sus flores son caducas, que casi todas son artificiales. Entonces se descubre como es la virtud, ó, por mejor decir, la santidad; aquella afortunada región que, lejos de devorar á sus habitadores, los sustenta, los enriquece, los colma de delicias, es una tierra por donde corren ríos de leche y miel. No es posible creer como se debe y no ser santo. Usa San Pablo de esta palabra cuando escribe á los fieles. Y, á la verdad, ¿cómo es posible creer la encarnación del Verbo, la vida y muerte del Salvador, todo lo que hizo y padeció por redimirnos, y tratarle con indiferencia? ¿Cómo es posible creer un Infierno eterno, aquellas llamas inextinguibles, aquellos tormentos infinitos en severidad y en duración, y encontrar amargura en la penitencia y deleite en el pecado? La fe, dice San Juan, es aquella victoria que triunfa del mundo. Ella es la que sujeta las pasones y la que hace pedazos las más dulces y las más fuertes prisiones. A la claridad de sus rayos se descubren los lazos que arma el tentador á la virtud; se quita al mundo la mascarilla, quedando á cara descubierta sus capciosos artificios; y, finalmente, se solicita un asilo á la inocencia, buscándole en los claustros y aun en los mismos desiertos. La fe hizo ingeniosos, hizo sabios á los santos; sea la nuestra tan viva como la suya, y con el auxilio de la divina gracia seremos tan dichosos y tan santos como ellos.
El Evangelio es del cap. 19 de San Mateo.
En aquel tiempo dijo Pedro á Jesús: He aquí que nosotros lo hemos abandonado todo, y te hemos seguido: ¿qué premio, pues, recibiremos? Pero Jesús le respondió: En verdad os digo: que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se sentare en el trono de su gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, y juzgaréis á las doce tribus de Israel. Y todo aquel que dejare ó su casa, ó sus hermanos, ó hermanas, ó á su padre, ó madre, ó á su mujer ó hijos, ó sus posesiones por causa de mi Nombre, recibirá ciento por uno, y poseerá la vida eterna.

MEDITACIÓN
De la felicidad de los santos en el Cielo.
Punto primero.—Considera con qué energía promete el Salva­dor á los que le sirven magníficas recompensas; ciento por uno en esta vida; muerte preciosa, alegría exquisita, llena, colmada, eterna en la otra. ¿Has formado alguna vez concepto cabal, ó á lo menos no desproporcionado, de lo que es esta felicidad eterna? De ningún modo. Concibe, si es posible, qué dicha es la de los bienaventurados en el Cielo. Es tal, que nada de lo que se diga es bastante para explicarla, y nada de cuanto se haga es suficiente para merecerla.
No hay en el mundo cosa que nos pueda hacer comprender los bienes que gozan; pero hay demasiadas que nos hagan conocer los males de que están exentos. ¿Quieres comprender la felicidad de la otra vida? Pues sábete que está exenta de todas las miserias de ésta. Dolores, tristezas, enfermedades, miedos, inquietudes, sobresaltos, pesadumbres, todo está para siempre desterrado de aquella mansión feliz. Ninguna desazón, ninguna molestia tiene entrada en aquella Santa Ciudad. Reina en la Jerusalén celestial una alegría pura y llena, una calma inalterable. ¡Ah, Señor, qué entendimiento humano podrá comprender en la Tierra las inefables dulzuras que gustan vuestros escogidos en el Cielo!
No sólo se logra allí todo cuanto se desea, sino todo lo que es menester para no tener más que desear. El corazón está lleno, el alma satisfecha. Están como inundados los cortesanos del Cielo en un torrente, en un océano de purísimas delicias.
Punto segundo.—Considera qué alegría producirá aquella vista clara y distinta, aquella vista íntima de un Dios, y de un Dios amigo y de un Dios padre.
La posesión de los bienes criados cansa; porque, como todo cuanto hay en este mundo es limitado, apenas se posee, cuando ya fastidia; pero, siendo Dios de perfección infinita, cuanto más se posee más deleita. Los bienaventurados nunca se ven hartos; por una parte siempre satisfechos, por otra siempre ansiosos; pero una ansia que no es congoja, porque la misma saciedad excita, estimula el apetito.
Imagina todo cuanto puede hacer á un hombre perfectamente feliz en este mundo. Junta todos los tesoros del Universo; une todas las coronas de la Tierra; la muerte, sola su memoria, echa un jarro de agua en toda esta idea de felicidad.
En el Cielo es donde se logra la dicha de ser perfectamente feliz, allí es donde se asegura no dejar jamás de serlo. El mundo se aca­bará; pasaránse millones de millones de siglos después que ya no haya memoria de él, y no habrá pasado ni un solo momento de aquella dichosa eternidad. ¡Oh mi Dios, y qué cosa tan dulce es poseeros sin miedo de perderos jamás! ¡Qué recuerdo tan suave, qué pensamiento tan delicioso! Esto es lo que ahora piensa, y esto es lo que ahora dice San Benito con aquel infinito número de santos que ha dado al Cielo su sagrada religión. ¿Hallarán ahora por su cuenta que el Cielo les costó muy caro? ¿Se arrepentirán ahora de las pe­nitencias, de las amarguras de su dichosa soledad?
Dios mío, ¿es posible que yo puedo ser todo eso, y que no hago todo cuanto se puede hacer en el mundo para lograr algún día la dicha de poder gustarlo y poder decirlo? Vuestra gracia imploro, dulcísimo Jesús mío, vuestra gracia; porque desde este mismo punto comienzo á trabajar en este negocio sin intermisión y sin cobardía.

JACULATORIAS
¡Oh mi Dios, y cuántas dulzuras tenéis reservadas á los que os temen y os aman con fidelidad!—Ps. 30.
¡ Oh, Señor, cuándo llegará aquel dichoso día en que la ceniza se convierta en corona, las lágrimas en óleo de alegría, y en vez de luto esté vestido de gloria!—Isai., 61.

PROPÓSITOS
  1. Cuando la generosa madre de los siete hermanos Macabeos exhortaba al menor de sus hijos á dar la vida valerosamente por la religión, á ejemplo de sus hermanos, le decía estas palabras: Ruégote, hijo mío, que pongas los ojos en el Cielo y te hagas digno de merecer la diadema que ya adorna las sienes de tus hermanos. Toma para ti este útilísimo consejo, sumamente provechoso en las diferentes disposiciones del cuerpo, del corazón y del ánimo. Es la Vida fértil en espinas, fecunda en mortificaciones, las que, al parecer, crecen con el riego de nuestro llanto. Aun cuando nos perdonaran la calumnia, la envidia y la persecución, nuestras mismas pasiones serian nuestros tiranos. En medio de esas adversidades, cuando estés más sitiado de trabajos, represéntate al mismo Salvador, que anima tú desaliento con la esperanza del premio.
  2. Si quieres estar más desprendido de la Tierra, piensa frecuentemente en el Cielo. Imita lo primero la industriosa piedad de aquel gran príncipe que en los salones más ostentosos de palacio y en sus más deliciosas magníficas casas de campo mandó poner esta inscripción: No tenemos en este mundo mansión que sea estable; y así aspiramos á fijar nuestra habitación en el Cielo. Discurre y habla, lo segundo, como aquel fervoroso misionero que, consumido al afán de sus apostólicas fatigas y al rigor de sus rigurosas penitencias, exhortándole á que por lo menos, en la avanzada edad de ochenta años, descansase ó moderase algo sus penosos ejercicios, respondía: Trabajemos por el Cielo mientras estamos en este mundo; mortifiquémonos mientras vivimos, que harto lugar tendremos para descansar en la eternidad. Lo tercero, nunca celebres la festividad de algún santo ó santa sin hacer reflexión á la felicidad eterna que están gozando, y considera que te están diciendo: Nosotros fuimos lo que tú eres; en tu mano está, con la divina gracia, ser presto lo que nosotros so­mos; ten la misma fidelidad y gozarás la misma suerte.

domingo, 16 de marzo de 2014

CONFESIONES DE SATANÁS
DURANTE LOS EXORCISMOS
DEL P. PELLEGRINO ERNETTI OSB


Palabras dichas por posesos en exorcismos.

El libro Catechesi di Satana, recoge la compilación que el padre Marcello Pellegrino Ernetti realizó sobre las palabras dichas por el mismo demonio, por boca de los posesos, durante exorcismos cuando se les ordenó en el nombre de Jesús que confesaran lo que le más le agrada y desagrada.




Las palabras de los demonios fueron registradas en grabadoras por los colaboradores del padre Ernetti. El valor y veracidad de este documento está corroborado por los testigos que estuvieron presentes en dichos exorcismos y confirman los testimonios.

El Padre Marcello Pellegrino Ernetti, (* Rocca Santo Stefano, 1925 + Venecia, 1994), fue un monje y sacerdote benedictino de la Abadía de San Giorgio Maggiore de Venecia, uno de los exorcistas más famosos que han trabajado en la zona de Venecia. También tuvo merecida fama como estudioso de música, como exegeta, como
teólogo, como científico, como inapreciable predicador de retiros y consejero espiritual.

En su libro: Catechesi di Satana1 (EDITIONI SEGNO Milano 2009 (abreviada). La edición original es del año 1993.), recomendado por el Cardenal Pío Laghi, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica, y prologado por Don Gabriele Amorth, el P P Ernetti nos hace un resumen de lo que más desagrada y lo que más agrada al diablo, en base a las palabras que el mismo demonio fue confesando durante los innumerables exorcismos que Don Pellegrino hizo durante su vida.

 




Por tanto, estas palabras que ahora difundimos, han sido dichas por el mismo demonio por boca de los posesos, durante los exorcismos cuando se les ordenó en el nombre de Jesús que confesaran. Las palabras de los demonios fueron registradas en grabadoras por los colaboradores del padre Ernetti. Además, el valor y veracidad de este documento está corroborado, por los testigos que estuvieron presentes en dichos exorcismos y confirman estos testimonios.


Resumiendo, lo que más le desagrada es:

* La confesión, donde Cristo lava nuestras almas con su sangre preciosa.
* La Eucaristía, que nos alimenta con el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
* La adoración eucarística, donde continuamos la unión con Jesús.
* El amor a María y el rezo del rosario.
* Las apariciones de la Virgen, que nos llevan a la conversión.
* La obediencia al Papa, representante de Jesús en la tierra.
* La oración de las almas contemplativas.



Por el contrario, dice el padre Pellegrino, que lo que más le agrada es:

* La profanación de las hostias consagradas.
* El aborto, que es la matanza de niños inocentes.
* La droga, que hace alocarse a los jóvenes.
* El divorcio, que destruye a las familias.
* Las faldas cortas y los vestidos indecentes de las mujeres.
* Los eclesiásticos que niegan su existencia

LO QUE DESAGRADA MÁS AL DEMONIO
LA CONFESIÓN
“¡Qué estúpido invento! ¡Cuánto daño me hace! Me hace sufrir… Aquella Sangre de vuestro falso Dios!!! (la Sangre de Cristo que se derrama en la Confesión para limpiar de los pecados)… ¡Cómo me aplasta, cómo me destruye… lava vuestras almas y me hace escapar!!! (gritos horribles de espanto)… ¡ahh esta Sangre, esta Sangre, es mi dolor más atroz!!!. Pero… ¡¡¡he encontrado sacerdotes que no creen más en la Confesión y mandan a los cristianos a recibir al falso Dios en pecado… ¡Bien, bien, bravísimo!!!…¡Cuántos sacrilegios hago cometer!”

LA COMUNIÓN
“¡¡¡Esa comida donde se come y bebe la Sangre del Crucificado que yo he matado¡¡¡ Aquí me encuentro desarmado!!!. ¡¡¡No tengo fuerzas para luchar!!!. ¡Los que se alimentan de esta Carne y beben de esta Sangre se hacen fortísimos contra mí, se hacen invencibles a mis astutas seducciones y tentaciones!!!. Parecen diferentes a los otros, ya que poseen una luz especial por la que me rechazan rápidamente y se alejan de mí y me rechazan como a un perro… ¡Qué tristeza! ¡Qué dolor! Pero yo los persigo ferozmente y muchos van a comer la hostia en pecado… ¡Qué alegría para mí!”

LA ADORACIÓN AL SANTÍSIMO
“¡Adorar un pedazo de pan! ¡Cuántos insensatos pierden horas y horas, día y noche, de rodillas, adorando un pedazo de pan, escondido en una caja sobre el altar del falso Dios! (se refiere a la Hora de Adoración Eucarística). ¡Cuánta rabia me dan estas personas!… ¡¡¡Así destruyen todas las malas obras que hago haciendo cometer incontables sacrilegios a los cristianos, a los sacerdotes, a las religiosas y a los obispos!!!. ¡Sí, cuántos sacrilegios, y son una incesante victoria mía!. Pero: ¡cuánta rabia me dan estas adoraciones irracionales!”

EL ROSARIO
“Odio el Rosario, ese cacharro devastador y podrido de aquella Mujer (La Ssma Virgen María)!!!. El Rosario es para mí como un martillo que me destroza y corta la cabeza!!!. ¡¡¡Ahiiiiiiii!!!!!. Es la invención de los falsos cristianos, que no me obedecen y siguen a aquella Mujer. ¡Son unos falsos, falsos.. En vez de escucharme a mí que reino en todo el mundo, estos falsos cristianos se van a rezar a aquella Mujer, mi primera enemiga con ese cacharro!!! (el Rosario). ¡Oh, cuanto mal me hacen!” (gritos de espanto)

LAS APARICIONES DE MARÍA
“El mal más grande de este tiempo son las continuas apariciones de esta Mujer en todo el mundo. En todas las naciones se aparece y me persigue, quitándome de mis manos numerosas almas, millares y millares, por oír sus falsos mensajes…Por suerte me defienden aquellos obispos y sacerdotes que no creen en Aquella innoble Señora… No creen y así atraen el caos… ¡¡¡bravo, bravo para estos apóstoles míos de la herejía!!! ¡¡¡¡ja,ja,ja,ja,ja!!!”.

EL PAPA
“¡¡¡Lo que mayormente me destruye es la obediencia de asnos que algunos tienen hacia aquel hombre vestido de blanco (el Papa), que manda en nombre de vuestro falso Salvador y Redentor!!!. ¡Qué burros que son, que ovejas, qué poco inteligentes!. ¡Obedecer a un hombre que ama a aquella Mujer, (la Ssma Virgen María) que me persigue desde siempre! ¡Qué vergüenza! ¡Esto destroza mi reino!. Pero yo he suscitado cientos de sacerdotes, hermanos, teólogos y obispos que le hacen la guerra!!!. ¡¡¡Guerra sin fronteras a ese payaso blanco!!!. ¡¡¡Soy yo el que venceré, yo venceré!!! ¡¡¡¡ja,ja,ja,ja,ja!!!”. Lo haré morir, asesinar… le daré una muerte espantosa!!!. ¡Es muy odioso para mis seguidores, ese polaco (el Papa Juan Pablo II) que ama a la Señora…!¡ con esa propaganda que hace del Rosario de la innoble Señora como su oración preferida! ¡Qué cobarde… qué asno… me aplasta… me destruye! ¡¡¡ohohohohohohohoho!!! (gritos de espanto).

LAS MONJAS CONTEMPLATIVAS DE CLAUSURA
“¡Me preocupan mucho aquellas siervas con la cabeza cubierta, que abandonan todo y a todos para recluirse dentro de cuatro muros y sacrificar todo lo que es bueno y bello por aquel Dios a quien solo yo he vencido!”.
“¡Día y noche, ellas se mortifican, no duermen lo suficiente con vigilias y ayunos inconscientes e inconsistentes…, no duermen lo suficiente… no comen según la necesidad del apetito y el cuerpo, que reclama el alimento necesario… no hablan libremente siempre y en todas partes… silenciosas… con cara seria… llenas de tristeza, la más inhumana… rezan, cantan!…¿y por qué hacen todo este sacrificio?. ¿Por qué motivos particulares, por qué fin, con qué resultados?… La gran mayoría de ellas, por fortuna, son personas poco o casi nada inteligentes… obtusas de mente… abúlicas de voluntad, que se dejaron arrastrar por algún sacerdote descontento…¡Pobres mujeres tontas que no saben ni conocen el verdadero placer del sexo con todo el placer que da!… “¡Pobres sirvientas que no han sentido nunca las sensaciones de la carne que dan los abrazos y los besos de mis hombres!… ¡Sin embargo a cuantas hago caer y las reduzco a una vida rutinaria, privada de todo fervor, estéril, arrojándolas a los extremos de la acedia!. Sí, debo hacer en ellas un verdadero estrago, porque de estas religiosas claustrales yo tengo terror!, ¡y qué miedo terrible!”.

“¡Son mis enemigos más terribles y aguerridos, me quitan de las manos tantas almas de hombres y mujeres, de toda clase y condición!. ¡Qué enemigos tan terribles!. Cuando comienzan a rezar por la conversión de un alma para arrancármela no se detienen e insisten una y otra vez… ¡son tenaces y obstinadas!… Pero cuando no son suficientes las largas y extenuantes oraciones a su falso Dios Crucificado, -de quien se declaran sin vergüenza sus esposas-, entonces comienzan a hacer extenuantes penitencias de todo género.. ¡Qué enemigos tengo… qué soldados de primer asalto! ¡He intentado tantas veces de disminuir las vocaciones a tan estúpida vida… pero, por desgracia todavía no he tenido éxito!… ¡Son demasiadas todavía las mujerzuelas estúpidas y tontas que viven así… aunque muchas veces ingresan profesionales con títulos académicos!”.

LOS EXORCISTAS
“Pero mis verdaderos perseguidores, los más acérrimos y feroces, son aquellos que se llaman “exorcistas”… ¡Qué horribles personajes!… ¡qué desgracia para el mundo!… Por fortuna, todavía son pocos, poquísimos, porque yo persuado a los obispos para que no los nombren, y éstos me creen y me obedecen, si bien contra el mandato de su Dios Crucificado que les dijo claramente: “Expulsad demonios en mi nombre”… ¡Qué bufones que son! ¡Lo que sucede es que estos obispos me tienen tanto, tantísimo miedo!!!. A ellos ya los poseo bajo una forma delicada, delicadísima de modo que no se dan cuenta… ¡y sin embargo los poseo!… ¡Les impulso a que impidan a los suyos que hagan exorcismos contra mí y que no permitan que se nombren exorcistas… ¡qué enemigos feroces tengo en los exorcistas!”…
“Muchas veces he tenido éxito en mis venganzas y los he castigado (a los exorcistas)… a veces con bofetadas, otras con bastonazos…o bien los he atacado produciéndoles innumerables y variadas enfermedades… con frecuencia, muy graves…Pero, ¡¡¡por desgracia, no ceden, no se detienen!!!… ¡¡¡y cuando se acercan a mi presa, debo escaparme!!!… ¡Pronto o tarde, debo huir!. ¡Esas oraciones que dicen, siempre en el Nombre de su Dios, o de la Señora, Madre del Crucificado, qué dolor terrible y qué tortura son para mí!”


LO QUE AGRADA AL DEMONIO
LA COMUNIÓN EN LA MANO
“Con la Comunión en la mano, yo puedo humillar a vuestro Dios a quien yo he matado; y puedo celebrar mi misa (se refiere a las Misas negras) con mis sacerdotes que se los he arrebatado a Él (se refiere a los sacerdotes católicos apostatas que celebran estas misas sacrílegas)

LA VESTIMENTA SECULARIZADA DE LOS SACERDOTES
“A los sacerdotes vestidos de cualquier manera(2) y camuflados, los conduzco a donde yo quiero: a los prostíbulos y casas privadas, a la búsqueda de mujeres y de homosexuales ¡y cuántos sacrilegios les hago cometer y así los llevo a mi reino!. ¡Cuántos, cuántos sacerdotes “mimetizados” ya tengo en mi reino, y no se me escaparán jamás!!!” (risas desaforadas)

SACERDOTES Y OBISPOS QUE PERTENECEN A LA MASONERÍA
“¡Cuántos obispos y sacerdotes que se han inscrito en la masonería y en mis sectas!…. ¡Oh, cuántos y cuántos son los que arrastro tras el dinero y las mujeres! ¡Cuántos se han transformado en mis fieles amigos!. ¡Sea mediante el dinero o las mujeres yo capto a todos los que quiero y los arrastro a mi reino!”.

LAS FALDAS CORTAS DE LAS MUJERES….

“¡Mediante las faldas bien cortas yo consigo enlazar a hombres y mujeres con los que lleno mi reino! (profiere risas prolongadas y desencajadas). ¡Qué contento… que gozo… que alegría!”.

LA TELEVISIÓN
“¡La televisión… uhhhhh la televisión!!!. ¡Es “mi” aparato, yo lo he inventado para destruir a cada una de las almas y a la familia! ¡Las separo, las disgrego con mis programas de modo sutilísimo y penetrante!. ¡Uhhh la televisión es el centro de atracción mediante el cual me apropio de tantos sacerdotes, hermanos y hermanas (religiosos y religiosas), especialmente en las horas de la madrugada para conseguir luego que dejen de orar! ¡jajajajajajajajajaja!. ¡En un momento aparezco ante todo el mundo… me escuchan y me ven todos y así ayudan perfectamente tanto a mí como a mis fieles siervos los magos, las brujas, los que tiran las cartas, los tarotistas, los que leen las manos, los astrólogos!… ¡jajajajajajajajajajaaaaa!”.

LAS DISCOTECAS
“¡Qué bellas son las discotecas! ¡Son mis palacios de oro hacia donde atraigo las mejores esperanzas de la sociedad, y a quienes van los hago míos, destruyendo sus almas y sus cuerpos!… ¡A cuántos miles y miles atrapo aquí con el alcohol, la droga y el sexo!!!… ¡Oh, qué constante cosecha hago aquí!. ¡En estos lugares he conseguido tantos políticos que son mis fieles siervos y consagrados!…. ¡Yo soy el verdadero rey del mundo, y no vuestro Dios a quien yo he crucificado!!!!”.

EL DIVORCIO
“¡Los divorcios y separaciones de los esposos han sido inventados por mí y reivindico la propiedad!!!. Ha sido uno de mis más inteligentes descubrimientos… Y mientras distraigo a la familia destruyo a la sociedad donde soy adorado como verdadero rey del mundo!… ¡El sexo… el sexo!… ¡No escuchen a Aquel Hombre colgado en una Cruz que no les dará nada… solo yo les doy el verdadero placer con el sexo libre!. ¡Mi reino se basa sobre todo en la libertad total del placer sexual con el cual reino en la tierra!.

EL ABORTO Y LA MUERTE DE LOS INOCENTES…
“¡Oh… urrahhh!… urrahhh!. ¡Ha sido mi logro más bello y que más feliz me ha hecho!. ¡Matar a los inocentes en vez de los culpables de los homicidios de la mafia!. ¡Destruyo así a la humanidad, y a los adoradores de vuestro falso Dios ya antes de nacer!… urrahhh!… urrahhh!!!!!.

LA DROGA
“¡Es el alimento más sustancioso que hago comer a los jóvenes para hacerlos locos!. De esta manera hago lo que quiero con ellos… ladrones, asesinos, lujuriosos, feroces como yo, dominadores del mundo y mis ministros!”.

LOS SACERDOTES QUE NIEGAN LA EXISTENCIA DEL DEMONIO
“¡Pero sobre todo me alegran y me llenan de placer aquellos eclesiásticos que niegan mi existencia y mis obras en el mundo!… ¡Son tantísimos!… ¡Oh que gozo, que gozo inmenso es esto para mí!. Porque de esta manera yo trabajo tranquilo y seguro!. ¡Hoy en día, son incluso los mismos teólogos quienes no creen en mi existencia!(3). ¡Qué bello, qué gozo!. Incluso, niegan a su Dios que vino para destruirme… pero yo lo he vencido, lo he crucificado en su Cruz!. ¡Jajajajajajajajajajaaaaa!”.

¡Bravo para estos sacerdotes… bravísimo para estos obispos… bravísimo para estos teólogos! ¡Porque al obrar así todos ustedes se hacen mis fidelísimos esclavos y yo hago con ustedes lo que se me da la gana!. ¡Jajajajajajajajajajaaaaa!”. ¡Hoy son todos míos… los llevo a donde quiero… vestidos de sepultureros, con el cigarrillo siempre en la boca, perfumados como afeminados cercanos a las mujeres fáciles… con auto de última moda…  repletos de dinero… se rebelan a los dogmas de su falso Dios y de la falsa Iglesia (la Iglesia Católica) de la que el Crucificado es mi víctima!. ¡Ellos son mis soldados más seguros de mi reino que está lleno… lleno de ellos!. ¡A través de ellos introduzco la confusión y el desconcierto en el pueblo, que se aleja cada vez más el falso Dios… y los arrojo a mi reino de odio y desesperación eterna donde estarán para siempre conmigo!… ¡jajajajajajajajajajaaaaa!”.

“¡A cuántos de éstos he logrado que pertenezca a mis sectas… seducidos por mis carreras y mi dinero yo los compro con facilidad… y termino con el triunfo de que no amen más a su falso Dios y de la Señora que pretende haberme vencido…”

LAS SECTAS
“Tengo una particularísima predilección que son las tantísimas SECTAS que continuamente estoy creando y difundiendo en todo el mundo. Son los medios más inmediatos a través de los cuales les quito la fe en vuestro falso Dios Crucificado…Creo así una babel en la fe (risas prolongadas)….
Vuestro sacerdote blanco (el Papa) grita y da voces de alarma… Es que tiene miedo de mí, tiene miedo que la quite el trono ya bastante vacilante… pero yo ya he ganado, y he introducido la babel en la fe; tanto en los sencillos como en los instruidos incluso sacerdotes, teólogos, obispos… mis sectas son cada vez más invisibles… “mi” masonería paga muy bien a todos mis seguidores… ¡Yo seré siempre el vencedor y la babel de la fe será mi especial victoria!…

Solo en vuestra Italia tengo más de 672 sectas y mis “religiones satánicas” repletas de almas que se me han entregado, consagrado y bautizado en mi nombre con su propia sangre… Lo cual me rinde cada día el culto que merezco como soberano de la tierra, con oraciones, himnos, cánticos… y con la “misa negra” durante la cual venzo, pisoteando y destruyendo aquella Hostia en la cual los estúpidos cristianos creen que está presente su estúpido Crucificado… Y si esto fuera verdad ¿por qué Él permite que lo destruya impunemente?… (risotadas muy largas y desencajadas)….
Estas sectas, mandadas por mí, forman el estado mayor de mi reino, y convierten incesantemente a los cristianos para hacerlos mis seguidores… son cientos y cientos los que, a toda hora, reniegan de vuestra fe, para adherirse a mis sectas, donde yo los acojo con los brazos abiertos y les doy todos mis placeres y toda la libertad de vivir bien lejos de vuestra Iglesia (la Iglesia Católica)… mientras yo los sacio con la verdadera felicidad…el verdadero gozo que solo yo puedo dar a los hombres…
Desde la alta, a la media hasta la baja Italia con sus islas, y en todas partes, tengo a mis sectas que trabajan febrilmente… Por otra parte, actualmente muchas iglesias y parroquias están sin sacerdotes… ya que hemos tenido éxito en destruir y hacer morir las vocaciones… por todo lo cual, mis sectas han suplantado al sacerdote… ¡jajajajajajajajajajaaaaa!” (risas prolongadas).

Los Testigos de Jehová, los Centros de la Era de Acuario, a los antroposofistas de Steiner, los teósofos, Carolina, cenáculo 33, con los chamanes, los rosacruces, los arcobaleno, los gialli, los ergonianos, la cienciología, y tantas de mis sectas y religiones que cada día invento y creo, son un verdadero ejército que lucha contra vuestra Iglesia (Católica)… ¡y yo venceré, venceré, aunque vuestro Crucificado haya dicho que: “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”!!!!!… ¡jajajajajajajajajajaaaaa!” (risotadas).

LOS TEÓLOGOS
“¡Y mis teólogos con sus doctrinas que yo les he inspirado!…
¡Oh, estos sí que constituyen “mi punta de diamante” de la trinchera delantera!!!!…
¡¡¡Qué teólogos inteligentes tengo…!!!. Ellos han comprendido que esos dogmas rigidísimos, dictados por algunas locas cabezas de eclesiásticos, son, en realidad, falsedades pueriles, que colapsan ante la simple confrontación con la realidad cotidiana…
¡¡¡Qué cráneos…bravo… bravísimo!!!!.

A otros, los he impulsado a que enseñen mis doctrinas no solo en los seminarios diocesanos, sino mejor aún en las más altas y prestigiosas Universidades Pontificias, incluso en la romana de vuestro sacerdote blanco (el Papa… se refiere a la Universidad Lateranense).
La doctrina de la “muerte de Dios”, la he inspirado yo, y, a través de ella, me vinieron al punto millones de estudiosos, que se transformaron en mis discípulos y fieles convencidos. Y desde que yo reino, vuestro Dios ha muerto, no existe más. Se ha acabado toda ley constrictiva: todos pueden y deben vivir libremente tal como yo lo enseño: libertad de ideas, libertad de pensamiento, libertad de acción…
¡¡¡Todo el mundo es totalmente libre de ser y querer aquello que él quiere y desea, en todas partes y siempre y con cada uno!!!. ¡¡¡No existe más ninguna norma ni regla.. Ahora cada uno es como soy yo ahora: maestro de todos y de todo: vuestro Dios a muerto!!!. Y ¿quién puede negarlo, si vuestro mismo Dios Crucificado ha declarado que yo, y solo yo soy “el príncipe de este mundo”?. Él mismo ha dicho que “todo el mundo está bajo mi dominio y poder indiscutible”?… ¡¡¡Finalmente estos teólogos, los más inteligentes de todos, me han dado la razón!!!.

Pero, si Dios ha muerto, ahora es claro que se esfuman todos los otros dogmas: la Creación, la Encarnación, la Resurrección; la Inmaculada; la Asunción; la Eucaristía y todos los Sacramentos… Todas las historietas inventadas para tener dominados a los cristianos bobos…Y he aquí que cientos y cientos de mis teólogos que tuvieron el coraje de desafiar al cura blanco (el Papa) con cartas y firmas que prueban lo contrario, y que son personas con coraje y capaces… Y él ha movido la cabeza y ha dejado que mis teólogos siguieran con sus enseñanzas, sin la más mínima reprimenda o castigo… ¡Por tanto está de acuerdo conmigo en la negación de todos sus dogmas!… ¡bravo!!!!! (risotadas…).

Y mientras estos grandes teólogos están conmigo, hay otros pequeños teólogos infestados que, por venganza, niegan mi existencia, como un cuento de la Edad Media; atribuyendo todas mis presencias y manifestaciones como hechos del orden únicamente psiquiátrico o psíquico… ¡¡¡¡Bravísimo para estos teólogos, sacerdotes, para tantos obispos, hurraaaa por ellos!!!!.
¡Este es el mayor servicio que me pueden hacer señores, porque me permite obrar silenciosamente, sin luchar nada contra mi presencia y astucia!… ¡¡¡Bravísimo, continúen siempre así que yo continuaré mi obra infernal sin tirar un solo tiro!!!.
Mis teólogos inteligentes niegan los dogmas de vuestra Iglesia, y los teólogos estúpidos niegan mi existencia… ¡¡¡Qué triunfo!!! (risotadas).
Pero, desde hace poco tiempo, ¿dónde están los más heréticos de una vuelta?. ¡Ninguno!. Nadie que niegue los dogmas, nadie que me niegue, ya que entre los dogmas se incluía mi existencia…!. ¡¡¡¡He vencido a vuestra Iglesia!!!.

Fuentes: Catechesi di Satana, Signos de estos Tiempos